Tras la siesta veraniega del hogar, el yeso siente (si pudiera sentir) que algo le falta: un guiño de color, un ritmo geométrico, quizá ese toque travieso que anuncia “¡nuevo curso, nuevas vibras!”.
El panorama decorativo tampoco ayuda a quedarse quieto. La marea de vinilos y papeles autoadhesivos avanza sin pedir permiso, reivindicando instalaciones exprés y despedidas sin lágrimas ni rascadores; como relata la prensa de tendencias, la era del “pega-y-despega” reina en los carruseles de inspiración doméstica. Las superficies de la casa, antes tímidas, ahora presumen de cambios de vestuario casi tan rápidos como el de una influencer entre tomas.
Para las paredes que, llegado septiembre, exigen su glow-up instantáneo, ahí está la selección de cenefas modernas para paredes: tiras preencoladas que solo piden un poco de agua, lavables por si acaso el café decide volar, resistentes a la luz (adiós al temido efecto fantasma) y, sobre todo, disponibles en un catálogo que va de lo minimal a lo salvajemente geométrico. En 24-48 h la caja aterriza y la metamorfosis empieza. Sin dramas, sin brochas, sin emojis llorando.
Una vez colocada la cenefa, el salón se siente estrella de late-night y la cocina practica posturas de pasarela. El otoño aún no ha arrancado, pero las habitaciones ya posan para su sesión de fotos: hashtag #NuevoLook, hashtag #ParedesFelices. Y mientras los muros cacarean su estilazo recién estrenado, septiembre aplaude desde la ventana, sorprendido de que, esta vez, la vuelta a la rutina venga servida con tanta chispa y tan poca complicación.








Debe estar conectado para enviar un comentario.